miércoles, 26 de noviembre de 2014

Valor de la Honestidad

 LA HONESTIDAD

Existe un principio básico de sinceridad con uno mismo y con los demás, un valor fundamental en la existencia humana que suma verdad interior: la honestidad muestra la actitud de una persona que es fiel a sí misma y se muestra tal y como es en cualquier contexto. Una persona honesta no finge ser quien no es en realidad porque tiene muy claro que ser ella misma es el mejor camino de felicidad y el mejor medio para establecer relaciones personales sólidas.


La honestidad no sólo se muestra en los momentos felices, cuando una persona tiene algo bonito que decir a otra, sino también, en los momentos difíciles. Por ejemplo, es un gesto de honestidad con uno mismo y con el otro, romper una relación de pareja cuando ya no queda amor. A veces, ser honesto implica herir los sentimientos de otra persona, sin embargo, la honestidad se basa en el principio de que la verdad es más efectiva y duele menos que la mentira.

Una persona honesta es sincera no sólo en sus palabras sino también, en su lenguaje corporal, transmite verdad en su mirada. Una persona honesta es un ejemplo a seguir por los demás, un ejemplo de bondad y de belleza interior. Cada persona tiene una ética personal concreta, lo importante es ser fiel a estos valores personales para vivir en calma.


Una persona honesta no es hipócrita, al revés, emana una luz especial gracias a esa autenticidad que surge de la apertura de corazón. A veces, la honestidad también tiene un precio y es que existen personas a las que no les gusta escuchar verdades incómodas. Ser honesto no significa decir todo lo que uno piensa sino expresar lo importante con sensibilidad buscando la empatía en el contacto con el otro.

La mayor honestidad es la que surge del compromiso con uno mismo, es decir, aquella que brota del deseo de ser feliz. Por tanto, una persona honesta es aquella que persigue su vocación para realizar su verdadero camino profesional y vital. Una persona honesta muestra una lógica interna entre pensamiento, sentimiento y acción. Las personas cometen errores y se equivocan. Por eso, también es un gesto de honestidad pedir disculpas después de un error y reparar el daño cometido después de una ofensa. La honestidad es fruto del amor y del respeto hacia uno mismo y hacia el otro. Es decir, es un valor fundamental de las relaciones personales.


¿Cómo se cultiva la honestidad?



Como la mayoría de las virtudes, conviene desarrollarla y ejercitarla en armonía con las demás. Cuanto más se ejercita, más se convierte en una disposición afincada. Pero hay una respuesta rápida que se puede dar en tres palabras: tomarla en serio. 
Se debe reconocer que la honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad, para la auténtica vida comunitaria. Pero se debe tomar en serio por sí misma, no “como la política más conveniente”. 
Hay una gran diferencia entre tomar en serio la verdad y no dejarse pillar. Los padres a menudo decimos “que no te pille de nuevo”, y es comprensible, pero una vida buena y honesta es más que eso. El desarrollo moral no es un juego de “píllame si puedes”. Conviene concentrarse en lo que importa de verdad, la clase de persona que uno es, y la clase de persona que uno quiere ser. 


No hay medias tintas con la honestidad. 
  

La persona que es honesta puede reconocerse por:



- Ser siempre sincero, en su comportamiento, palabras y afectos.
- Cumplir con sus compromisos y obligaciones al pie de la letra, sin trampas, engaños o retrasos
voluntarios.

- Evitar la murmuración y la crítica que afectan negativamente a las personalidad de los demás.
- Guardar discreción y seriedad ante las confidencias personales y secretos profesionales.
- Tener especial cuidado en el manejo de los bienes económicos y materiales.



Parte importante de nuestro esfuerzo personal para mejorar este valor, es reflexionar en nuestra actitud habitual hacia la honestidad:




- ¿Aprovecho el tiempo trabajando con intensidad? y profesionalmente evito aparentar ocupación para
no recibir llamadas de atención?

- ¿Cumplo con la promesa de no revelar confidencias recibidas, sean personales o profesionales?
- ¿Evito aprovecharme de la ignorancia, el descuido, las debilidades o el exceso de confianza de los
demás?

- ¿Devuelvo con oportunidad y en buen estado, todo lo que he recibido en préstamo?
- ¿Reparo el daño causado a los bienes ajenos por mi descuido o pereza?
- ¿Rechazo toda murmuración o comentarios que afecten a la reputación de los demás? 
- ¿Procuro hablar siempre bien de las personas?
- ¿Es mi comportamiento igual con todas las personas y en todo lugar?




Para vivir con más cuidado y esmero el valor de la honestidad, es de gran utilidad poner en práctica las siguientes acciones:


- Debes ser fiel a tus promesas y compromisos por pequeños que puedan parecer.

- Lleva con claridad el manejo que haces del dinero, sin buscar quedarte con una parte alterando las cuentas, inventando gastos o argumentando extravíos.

- Si adquieres una deuda págala con oportunidad. No te escondas ni te molestes por el cobro, pues en justicia debes cumplir con ese compromiso.

- Aléjate de la pereza y cumple con tus deberes, así no tendrás necesidad de dar pretextos o mentir para encubrir tu falta de responsabilidad.

- Habla siempre con la verdad. No inventes ni exageres cosas sobre tu persona o sobre los demás. Lo mismo ocurre ante los problemas, situaciones laborales o de la vida cotidiana.

- No reveles aspectos negativos de la personalidad de los demás, aunque no te hayan pedido guardar el secreto, pues podrías caer en la murmuración, calumnia o difamación.

- Acepta serenamente los errores y fallas que has cometido, así como sus consecuencias; rectifica, y
si es necesario, pide disculpas.

- Evita criticar negativamente las normas que existen en tu trabajo, la escuela o cualquier lugar, con personas ajenas y con poco conocimiento de las circunstancias. Dirígete al encargado, directivo o autoridad correspondiente.

- No tomes ni utilices los bienes ajenos sin la aprobación del legítimo propietario, aunque exista mucha
confianza.

- Utiliza con propiedad los instrumentos de trabajo que están bajo tu responsabilidad.

- Demuestra respeto y fidelidad a tu cónyuge, evitando cualquier forma de coquetería o excesiva confianza con personas del sexo opuesto. El engaño también es incorrecto en el noviazgo.


La persona honesta, por sí misma, es garantía de fidelidad, discreción, trabajo profesional y seguridad en el uso y manejo de los bienes materiales.

Por el comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado y con espíritu de servicio que adquirimos mediante la honestidad, esta se convierte en uno de los valores más importantes para el perfeccionamiento de nuestra personalidad.

Cuando un ser humano es honesto se comporta de manera transparente con sus semejantes, es decir no oculta nada, y esto le da tranquilidad. 

Quien es honesto no toma nada ajeno, ni espiritual ni material: es una persona honrada.

Cuando se está entre personas honestas cualquier proyecto humano se puede realizar, y la confianza colectiva se transforma en una fuerza de gran valor.

Ser honesto exige coraje para decir siempre la verdad, y obrar en forma recta y clara.



«PARA SER HONESTOS»

a.- Conozcámonos a nosotros mismos.

b.- Expresemos sin temor alguno lo que sentimos ó pensamos.

c.- No perdamos nunca de vista la verdad.

d.- Cumplamos nuestras promesas.

e.- Luchemos por lo que queremos jugando limpio.



«LA DESHONESTIDAD»

Cuando alguien miente, roba, engaña ó hace trampa, su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben porque no es fácil de ocultar.

Las personas deshonestas se pueden reconocer fácilmente porque engañan a los otros para conseguir de manera abusiva un beneficio.

Es muy probable que alguien logre engañar la primera vez, pero al ser descubierto será evitado por sus semejantes ó tratado con precaución y desconfianza.



«OBSTÁCULOS PARA LA HONESTIDAD»

a.- La impunidad que demuestra que se pueden violar las leyes y traicionar los compromisos sin que ocurra nada.

b.- El éxito de los "vivos" y los mentirosos, que hacen parecer ingenuas a las personas honradas y responsables, pues trabajan más y consiguen menos que aquellas que viven de la trampa.

c.- La falta de estímulos y reconocimientos a quienes cumplen con su deber y defienden sus principios y convicciones a pesar de las dificultades que esto les pueda acarrear.

La pregunta

Si el mundo entero fuera como tú (ni una pizca mejor), 
si fuera igualmente puro y franco, 
tan puro y franco como tú, 
igualmente libre de malas intenciones, 
de extorsiones y engaños, 
de planes para burlar al prójimo, 
de planes para engañar al prójimo, 
de planes para aplaudir al desalmado... 
¿sería mejor el mundo? 
Si el mundo entero te siguiera (al pie de la letra) 
¿sería un mundo más noble, 
totalmente despojado 
de engaños y falsías, 
la malicia, el egoísmo y la lujuria 
se borrarían bajo esa costra 
que cubre el corazón humano? 
Dime, si a ti te imitara, 
¿sería mejor el mundo? 




MORALEJA


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